jueves, 28 de abril de 2016

Las industrias lecheras estadounidenses gastan un montón de dinero para convencer al público en general de que la leche es necesaria por razones de salud,
pero lo que no se dice es que para los adultos el consumo de leche animal puede estimular la enfermedad coronaria, obesidades, diabetes, cancer de mama, próstata y de colon, enfermedades autoinmunes, osteoporosis, algunas enfermedades de la retina y los riñones, la diabetes tipo 1 en niños predispuestos, etc. Por lo tanto, la ingesta puede y debe ser evitada.

La leche, especialmente la leche de vaca es la principal causante de alergia a los alimentos más comunes [Fuente]. Incluso cuando no se es alérgico a la leche a menudo se crea intolerancia.
Clínicamente, la leche está estrechamente ligada al aumento de problemas de la piel (eczema), sinusitis, migrañas y dolor en las articulaciones.

En realidad la leche es mucho más que una bebida, es un fenómeno cultural y comercial que puede ser analizado en toda la historia de las civilizaciones. El mito de la leche está extendido por todo el mundo basado en la creencia de que es alta en proteínas y calcio y esencial para la salud, especialmente para los huesos. Sin embargo, los estudios muestran que son más los daños y efectos adversos para la salud que los beneficios.

Sorprendentemente no sólo el cuerpo humano es incapaz de absorber el calcio en la leche de vaca (especialmente pasteurizada), pero ya se ha comprobado que la leche puede aumentar la pérdida de calcio de los huesos. Irónico?!

Al igual que toda la proteína animal la leche aumenta la acidez del pH del cuerpo humano, que a su vez desencadena una corrección biológica natural. El calcio es un excelente neutralizante de la acidez  y  el mayor alamcén de calcio del cuerpo es el esqueleto. Así, que el mismo calcio que necesitamos para mantener los huesos fuertes y sanos se utilizará para neutralizar la acidez causada por la ingestión de leche. Una vez separado de los huesos para equilibrar el pH, el calcio se excreta en la orina causando un efecto sorprendentemente contrario a lo que se aboga por la industria láctea.
Sabiendo todo esto se observó que los países con un menor consumo de productos lácteos son también los que tienen menor incidencia de fracturas óseas en la población. Es triste ver que los profesionales de la salud siguen ignorando estos hechos.

Gracias a nuestro ingenio y tal vez a los instintos de supervivencia, adoptamos el dudoso acto de beber la leche de otras especies. Nadie niega la eficacia y la pertinencia de la leche de vaca para los terneros, pero a diferencia de los seres humanos dejan de consumir leche, sin duda, una vez que han crecido, y lo mismo se aplica a todos los mamíferos de la faz del planeta. Además cada especie de mamífero es el “diseñador” de la leche que sirve exactamente para su especie, y esto se aplica a la leche de vaca que contiene tres veces más proteínas que la leche humana que, obviamente, tiene que causar trastornos metabólicos en los seres humanos que la consumen.

Para aquellos que insisten en mantener los productos lácteos en su dieta deben saber, al menos, que lo que compran en el supermercado está lejos de ser saludable. Las vacas reciben hormonas de crecimiento a diario y una simulación de embarazo para aumentar la producción de leche, así como diversos antibióticos para reducir las infecciones causadas por diversos mecanismos químicos a los que están expuestas. Estos químicos, obviamente, contaminan la leche, y su impacto en los seres humanos que la consumen aún se desconoce.

En conclusión, y como se ha explicado por el famoso Save Our Bones Program  (Programa para salvar nuestros huesos), contrariamente a lo que se dice por los medios de comunicación y los profesionales de la salud, programados para repetir únicamente lo que oyen sin tratar de entender si es correcto o no, beber leche y consumir productos lácteos no es beneficioso para la osteoporosis u otras discapacidades, sino todo lo contrario.

La prestigiosa universidad norteamericana de Harvard publica con cierta periodicidad un guía de alimentación saludable que ofrece recomendaciones nutricionales acerca de los alimentos que deben componer una dieta, recientemente la leche y los lácteos fueron reducidos significativamente.
Investigadores en la Escuela de Salud Pública de dicha universidad detectaron que altos consumos de productos lácteos se encuentran relacionados con el aumento de los riesgos de padecer cáncer de próstata y ovarios.


Estos resultados, que no fueron los primeros de su tipo, son tomados con aún mayor seriedad ya que provienen de una universidad con gran prestigio en el área de la educación y la investigación científica.

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